Un gran descubrimiento

No todo lo que nos gustaría, pero siempre que podemos comenzamos los proyectos trabajando con el equipo del cliente en unas jornadas de descubrimiento, los talleres de Discovery. Unas sesiones cuyo objetivo es crear un plan operativo de trabajo: determinar todos los elementos del backlog (lista priorizada de tareas y funcionalidades) a acometer y acotar el MVP (Producto Mínimo Viable) que se entregará. ¿Podemos empezar a trabajar sin ello? Claro, pero el resultado, y sobre todo el camino hasta llegar a él, seguro que no es igual.

En el caso de los proyectos que llegan a nosotros con un alto nivel de incertidumbre, estos ejercicios son parte esencial del trabajo. Básicamente se trata de, en dos o tres sesiones de dinámicas de grupo bien estructuradas, pararse a pensar y concretar múltiples aspectos del producto digital. Cuestiones que incluso el product owner (que es el máximo responsable y quien más conoce el producto) no ha sido capaz de identificar. O sí, pero siempre pueden encontrarse nuevas maneras de abordar funcionalidades que enriquezcan la experiencia del usuario y el resultado final; aspectos que desde luego es mejor tener previstos desde el principio.

Dado nuestro origen como agencia especializada en desarrollos a medida, estas técnicas de conceptualización llegaron a nuestras vidas con la incorporación a Redradix de los primeros miembros del equipo de UX. Desde entonces hemos profundizado en estas prácticas para adecuarlas a nuestras necesidades y procedimientos, igual que hacemos con todo el proceso Redradix, en constante evolución. Este camino nos llevó hace unos meses a ponernos en manos de Makoto Squad para profundizar y conocer nuevas herramientas y formas de trabajo.

Nuestros talleres de descubrimiento

Con lo aprendido hasta ahora hemos alcanzado el que, a día de hoy, es para nosotros un proceso eficaz: un trabajo de descubrimiento desarrollado en tres semanas. De ellas, la primera estará dedicada a la preparación del taller, la segunda acogerá tres sesiones de cuatro horas cada una en las que bucear en los distintos atributos del producto y delimitar el MVP ideal, y la tercera consistirá en un trabajo asíncrono de refinamiento de historias de usuario. El resultado es un backlog priorizado de funcionalidades, listo para ser acometido por el equipo de producción.

Una de las claves para el éxito de estas dinámicas es el moderador. Principalmente por su papel dentro de las sesiones ya que tiene que ser capaz de dejar espacio para que fluyan todas las ideas relevantes, pero manteniendo una programación ajustada. También por el trabajo previo que es necesario realizar: de la buena y rigurosa definición inicial de escenarios, objetivos y ejercicios dependerá en gran parte el éxito de estos talleres.

Ya en materia, dentro de estas sesiones realizamos distintos ejercicios dirigidos a encontrar el producto con la mejor relación coste-valor. Comenzamos con la identificación de atributos y la promesa de valor que el producto va a realizar a sus potenciales usuarios. Así, poco a poco, se extraen las funcionalidades que más adelante compondrán el mapa de Product Backlog Items (o PBIs), en el que quedarán agrupados por procesos o funcionalidades todos los aspectos a tener en cuenta.

Este análisis nos permite crear las historias de usuario que habrá que diseñar y desarrollar con posterioridad. Un proceso que requiere de mucha dedicación y que es parte esencial del desarrollo de software. Desarrollar cada historia de usuario tiene un coste asociado, por lo que es importante definirlas y priorizarlas correctamente. A partir de ellas será más sencillo delimitar qué elementos serán imprescindibles en nuestro MVP inicial, sin obviar otros elementos que se podrán incluir en una segunda o tercera fase.

Para completar este trabajo, en estas sesiones se trabaja con otros ejercicios como la elaboración de mapas de vectores para ver los niveles mínimos que debemos exigir al prototipo en distintas categorías o el planteamiento de los objetivos SMART del producto digital. Gracias a ellos podrá bajarse a tierra el proyecto, ajustando de una forma más concisa la composición del backlog.

Una gran aportación, más allá del MVP

Estas sesiones son una experiencia enriquecedora para todos los que participamos en ellas, tanto desde el lado de la agencia como del cliente. A través de estas dinámicas detectamos necesidades, establecemos objetivos, priorizamos y planificamos para poder realizar con mayor eficacia el trabajo y ahorrarnos muchos sobresaltos a lo largo del camino. Además, y aunque no se recoja en el producto final, todo lo que se dice en cualquiera de las sesiones puede ser relevante, incluso cuando no lo parezca. Todo es información de gran valor para el product owner que posteriormente podrá utilizar la información en otras áreas del negocio.

A día de hoy, no siempre es fácil que el cliente entienda este valor añadido y los beneficios que -a corto y largo plazo- tiene marcar unos objetivos fiables desde el principio para poder entregar un producto, o que comprenda la gran utilidad que aporta para entregar un MVP en cada uno de los sprints de trabajo que se planificarán después. Pero una vez lo han probado, los clientes con los que ya hemos realizado estas sesiones han destacado el descubrimiento que supone el taller en sí; han reconocido la utilidad de estas jornadas y la ayuda que ha supuesto para tomar las decisiones correctas y ver todas las posibilidades existentes.