Después de un par de años en los que las relaciones personales han sido sobre todo virtuales, nos fuimos a Toledo a celebrar nuestro ROS. Nuestro primer Redradix Open Space al que esperamos sigan muchos más. Y el balance general no puede ser más positivo. Ha sido una ocasión única para conocernos entre todos, pasar un rato lejos de los proyectos y aprender los unos de los otros en distintos talleres y charlas.
Durante un fin de semana de diciembre, una gran parte del equipo compartió momentos y conocimientos en una finca de la provincia de Toledo. Un fin de semana que resume a la perfección algunos de los pilares de Redradix: el foco en el equipo, la escucha activa, la participación de todos y el carácter didáctico. Además de mostrar el gran ambiente entre todos, a pesar de que el remoto prima sobre el trabajo presencial.
Un Open Space es un evento autoorganizado en el que se celebran distintas reuniones que son propuestas, solicitadas y votadas por los propios asistentes al comienzo del mismo. Se rige por una única norma: la ley de los dos pies. Si en algún momento alguien decide que no está aprendiendo, o no le está interesando lo suficiente un contenido, puede ir a otra reunión que se celebre en paralelo o, incluso, montar una charla de pasillo alternativa con quien esté en su misma situación. Aquí lo único importante es el respeto, tanto por los organizadores como por quienes están exponiendo y escuchando.
En nuestro caso, el viernes por la tarde se dedicó a organizar el programa de charlas y mesas redondas. Y se superaron las expectativas de los organizadores. Porque, no nos vamos a engañar, era la primera vez y, aunque lo intuíamos, no sabíamos cuánto de participativo iba a ser el equipo a la hora de plantear / solicitar talleres. Pero lo fue, y mucho. Se presentaron una treintena de charlas, de las que más de la mitad tuvieron que ser descartadas por no contar con tiempo suficiente. Algunas de ellas muy interesantes, así que esperamos poder recuperarlas en algún taller interno o retomarlas en el siguiente ROS.
El programa
Nos centramos ahora en los temas que sí que se desarrollaron en dos tracks paralelos, algo que supuso un dilema para algunos asistentes porque tuvieron que escoger entre contenidos que les interesaban. Esto demuestra, de nuevo, la calidad de las propuestas.
Arrancamos así el sábado con dos talleres bastante técnicos aunque adaptados a todos. Por un lado, una charla sobre animaciones web con Lottie, planteado por Paco y Andrea. Una buena forma de entender el proceso completo de cómo crear e integrar animaciones con esta librería, tanto desde el punto de vista de maqueta como de diseño, haciendo un ejercicio práctico.
En paralelo, José Miguel Valiente, esclareció algunas dudas en su taller de Blockhain e IOTA. Más allá del bitcoin, hablando de los problemas que se encuentra a día de hoy esta tecnología: la escalabilidad, la seguridad y la rapidez.
Gabriel Cuenca hizo pensar al equipo con su charla sobre números aleatorios cuánticos. Después de una introducción a la mecánica y fenómenos cuánticos, se hizo un ejercicio de generación de números aleatorios, y otro de programación con Qiskit, el framework de IBM para simulaciones cuánticas. Seguro que en los próximos meses tendremos ocasión de profundizar más en todo ello.
Sergio Redondo ilustró con anécdotas y ejemplos algunos de los aspectos clave de Big Data, introduciendo conceptos básicos sobre IA, machine learning y deep learning. Y, sobre todo, de la importancia de contar con datos relevantes, correctos y limpios, por encima de la exactitud del algoritmo.
Mientras, en la terraza, otro grupo comentaba e intentaba ajustar y compartir con las nuevas incorporaciones los valores de Redradix. Algo clave para una compañía como la nuestra. El resultado fue una reflexión conjunta que seguro nos ayudará a verbalizar y poner sobre el papel aquello que la mayoría tiene ya interiorizado.
Tras una pausa para el aperitivo y para descansar las cabezas, Roberto Castelló dio respuesta a una solicitada segunda parte de su Taller sobre productividad, en la que mostró aplicaciones prácticas en las que no dio tiempo a profundizar la primera vez.
Mientras tanto, el resto del equipo, planteaba ideas para recuperar la idea de crear productos dentro de Redradix. Con el día a día de los proyectos, a veces cuesta encontrar el momento para desarrollar cosas por y para nosotros. Después de compartir varias ideas, al volver de Toledo un equipo ha empezado a trabajar en una iniciativa que nos está permitiendo además adentrarnos en el mundo del blockchain y que ojalá vea la luz a medio plazo.
Ya por la tarde, tras la comida, de nuevo fue difícil elegir a qué track sumarse. En el jardín, y aprovechando el día que nos regaló Toledo, un grupo debatía sobre los límites entre ética y negocio. La otra mesa redonda en la sobremesa giraba alrededor de la posibilidad de implantar en Redradix la semana laboral de cuatro días.
Para terminar la jornada, otras dos mesas redondas. En una de ellas se estuvo analizando la posibilidad de hacer, desde Redradix, un videojuego. Tenemos el equipo, los profesionales y el conocimiento. Y, no nos vamos a engañar, nos gustan mucho los juegos de mesa y los videojuegos así qué, ¿por qué no unirlo? La sesión sirvió de brainstorming y primera toma de contacto. Y ojalá podamos compartir algo al respecto en un futuro no muy lejano.
Mientras tanto tuvo lugar una de las charlas que más se alejaban de nuestra actividad, ya que no todo tenía que tener que ver con nuestro trabajo. Uno de los miembros más jóvenes de Redradix, Andrés, compartía con el resto su experiencia y conocimientos sobre las inversiones personales a las que se sumaron otras recomendaciones de los asistentes.
Tras las 12 charlas, terminamos la jornada con una Retro para descubrir qué es lo que mejor había funcionado y corregir errores de cara a próximas ediciones. La respuesta fue muy positiva por parte de todos. La gran variedad de charlas, y su calidad, acapararon el lado positivo. Aunque también supuso las mayores críticas. Porque sí, se agradeció todo el conocimiento planteado por los compañeros, y casi resultó frustrante no poder asistir a todas las charlas. Pero era imposible.
La sensación compartida por todo el equipo fue que había sido un gran éxito. Simplemente el hecho de desvirtualizar al equipo ya había hecho que el viaje mereciera la pena (y eso que todavía faltaba la fiesta final). Porque desde antes de la pandemia (cuando mucha gente acudía de forma regular a la oficina) hasta hoy, más de 20 personas se han integrado en nuestra familia. Y aunque se buscan las formas de coincidir al menos una vez al mes, y los breakfast nos sirven para iniciar juntos la semana, no es lo mismo que poder compartir experiencias entre nosotros. Algo que en una cultura corporativa como la nuestra siempre ocupa un lugar importante.